Jesucristo

Sucede que creo en ti vehementemente,
no hace falta auscultar el infinito,
no es menester ver tu aura ni tu rostro,
no preciso poner a prueba tu eficacia.
Sucede que creo en ti ardientemente,
te adoro desde mi ser que es tu templo,
elevo febril mi canto y mi plegaria
y deposito mi fe en ti sin miramientos.
Sucede que creo en ti ciegamente,
aunque fueras ajeno a nuestro ruego,
aunque sea el mundo entero un desacierto
y aunque nos diezmen hoy el mar y el viento.
Sucede que creo en ti ciegamente,
no flaquean mi fe ni mi esperanza,
aunque el cruel diluvio nos fustigue,
aunque la montaña cierna su amenaza.
Sucede que creo en ti...
¡Vehementemente!

Aporte de:  Héctor Augusto Cuestas Venegas.

Categoria:   Poema de Oracion