La oveja perdida de Cristo.
Como pájaro herido, anduve volando sobre los cielos, sin hallar lugar donde descansar. Mi corazón estaba sediento, y mi armadura destrozada; los caminos estaban llenos de espinos, y la necedad e incredulidad habitaban sobre sus aires, y no halle lugar de descanso. Caà como soldado de rodillas al suelo, mi corazón dejó de latir, el tiempo se paró; ni antes ni después halle felicidad; mas al cerrar los ojos... Me hallé en un lugar lleno de luz, el aire que respiraba calmó mi corazón, las aguas eran cristalinas, las gentes estaban en armonÃa, los niños jugaban, y las fieras se dejaban acariciar; mas yo no entendà donde estaba. Una persona, acercándose a mi, me dijo: “No temas, ya viene.â€; Mas no entendà que hacÃa en ese lugar, cual nunca vi antes de cerrar los ojos; una mano me toco por detrás el hombro, y al girarme, era un hombre, cuyas vestiduras eran blancas, su sonrisa iluminaba el universo y sus palabras eran descanso para quienes las oÃan; me dijo: “No temas, hijo mio, pues nunca estuviste solo; clamaste al mundo, y el mundo no te escuchó; mas yo escuché antes de que tu clamares". Llorando, me postré a sus pies, y le dije: “¿ Quién eres, buen hombre?. ¿Dónde estoy?. El. sonriendo, me contestó: “ Yo soy el alfa y el omega, el primero y el último; el principio y el fin, yo soy el término de la vida; Soy Jesús de nazaret; Nunca estuviste solo, yo siempre estuve contigo; señales te di, pero tus ojos ven y no perciben, y tus oÃdos escuchan y no entienden. Tu sufrimiento ya no sera más, llorarás; de alegrÃa; gritaras, pero de júbilo, y tus cargas serán ligeras †llorando con gana, le abracé y le glorifiqué; mas el me dijo: “Pronto iré a por mi pueblo, ya no habrá mas dolor, ni llanto, ni mal alguno; pronto iré a vosotros; yo llamo a la puerta, si abrieres, yo cenaré contigo, y tú conmigo".... Al despertar, en mi habÃa tranquilidad, alegrÃa y paz; mi corazón latÃa con fuerza, y con mis ojos, encharcados, grite: “Te amo Jesúsâ€
Nota: Soy Emanuel (José Miguel) de 16 años, y OS escribo para aquellas personas afligidas; recordad, que un Dios tenéis, tenéis, el cual inclina su oÃdo a los que le claman; nunca estaréis solos :).
Aporte de: Emanuel.
Categoria: Poema de Cristianos